de 1906:
La prensa empieza a hacerse eco de una realidad que parece permanente en este país: el agasajo empezó a no ser correspondido con las ayudas prometidas al “héroe” del naufragio del Sirio, Vicente Buigues.
“…por orden del capitán general del departamento de Cartagena, el pailebot Joven Miguel ha fondeado en el Arsenal par que le sean reparadas algunas averías que sufrió al acudir en auxilio de los náufragos del Sirio, en cuya tarea tan valerosamente se portaron sus tripulantes.
El pailebot ha entrado en un varadero, pero resulta ahora, según parece, que por cuestiones de expedienteo se presenten algunas dificultades para que dicha embarcación pueda ser reparada por cuenta del Estado.
Estas demoras, como se comprende, perjudican en gran manera á los tripulantes, quienes, lo mismo que el vecindario, desean que se zanje la cuestión lo más pronto posible, para que los que en el pailebot se ganan la vida puedan volver a sus ocupaciones habituales”.
Al menos se hace justicia reconociendo públicamente al resto de pescadores que ayudaron en el naufragio:
“…además de los patrones de barcos de que se ha hablado ya estos días, han tomado parte en el salvamento de los náufragos del Sirio los siguientes:
Don José Solá, patrón del laud Cristo; don Ramón Parodi, del Faustino; don Manuel Puga y don José Ruso, del Francisco; el patrón del San José, y don Pedro Mora, de una barca de pesca.
Todos estos individuos son de Cabo Palos”.
Extracto del telegrama del capitán general del departamento de Cartagena al ministro de Marina dando cuenta de los últimos datos del naufragio:
“El vapor Sirio se inclina y sumerge lentamente.
Desde cubierta se ven numerosos cadáveres en su interior.
A petición del cónsul envío nuevamente remolcador con agente consular, delegado de Sanidad, buzos y demás personal de auxilio, por si pueden identificarse algunos cadáveres y darles sepultura en la tierra ó en el mar, según consiente la conservación de la salud pública”
Despacho oficial del gobernador civil de Murcia dirigido al ministerio de la Gobernación donde informa de las nacionalidades de los supervivientes y de los números provisionales de muertos y desaparecidos:
“Tengo el honor de participar á V.E. que… …se han recogido en dicho consulado [italiano] notas aproximadas de los pasajeros salvados del terrible naufragio, que son los siguientes:
Italianos, 473; austríacos, 9; asiáticos, 6; árabes, 29; argentinos, 19; brasileños, 4 y españoles, 57.
Total, 557.
Faltan para completar el pasaje y tripulación, 234.
Posteriormente se han recibido notas del jefe de un puesto de la guardia civil que arrojan una diferencia de 15, aumentando el número de salvados hasta 603.
He encargado al alcalde que vigile el embarque y que mande tomar nota de los emigrantes súbditos españoles, para poder formar, con los datos que más tarde puedan recogerse, la lista total de los salvados.”
Pero casi una semana después del naufragio todo seguía siendo muy confuso y no a todos se les había acabado la pesadilla. Según la prensa…
“…muchos de los náufragos se han lanzado a implorar la caridad pública por las calles de Cartagena.
Se ha dado también el caso de que algunos á los que los asilos ó el pueblo facilitaron ropa, aparecen ya medio desnudos”.