de 1926:
La burguesa colonia veraniega se convierte en privilegiado punto de reunión de numerosos escritores y poetas a quienes se les invita a pasar unos días en el poblado como gesto de hospitalidad. Es el caso de Emilio Carrère a quien, tras ofrecer una fiesta literaria en el Gran Hotel de Cartagena, se le ofreció una comida en Cabo de Palos, donde…
“…permanecerá hasta el miércoles o jueves, marchando después a Albacete, donde tomará parte en otra fiesta literaria.”