de 1962:
“Procedente de Murcia llegó a esta localidad el ministro de Obras Públicas, D. Jorge Vigón, acompañado por el gobernador civil de la provincia, delegado del Gobierno en la Confederación Hidrográfica del Segura y otras personalidades. Con carácter privado realizó una visita a la exposición, que será inaugurada oficialmente el próximo domingo, sobre el proyecto de construcción a realizar en la manga o franja de tierra que separa los mares Menor y Mediterráneo. En dicha manga será construida una pista de 32 metros de anchura y cuatro vías accesorias. Se alzarán dos núcleos para pescadores y 12 núcleos tipificados para atracción del turismo; 26 hoteles con tres torres y veintiuna plantas cada uno, y un helipuerto. Podrá albergar un total de 32.000 habitantes. El plazo de finalización de las obras está fijado en quince años, con inversión de capital nacional y extranjero, por un total de dos mil millones de pesetas.”
La exposición de gráficos, planos y maquetas del proyecto de organización y urbanización de La Manga, organizada en San Javier por su alcalde y jefe local del Movimiento, Pedro José Fontcuberta Mínguez, fue clausurada el 30 de junio con la presencia del director general de Turismo. Según los datos aportados por la organización, además de lo antes reseñado, se construirá un puerto refugio para yates de calado medio y una plaza de toros. Por su parte, el ministro garantizó la creación de una línea de crédito para los hoteles interesados en asentarse así como una fuerte inversión en publicidad y propaganda.
“Por ella [la Exposición] han desfilado gran cantidad de visitantes, entre los que se pueden destacar unos seis mil turistas alemanes, franceses, portugueses e ingleses, además de gran cantidad de técnicos y arquitectos de Madrid y Barcelona, que han acudido en gran cantidad, debido a las ideas revolucionarias expuestas.”
El proyecto correspondía a la iniciativa privada pero el Estado puso en marcha su maquinaria administrativa para complementar la inversión de los promotores. Según Turismo
“…únicamente deberá acudir [el Estado] a las necesidades que no estén atendidas por los particulares, como la construcción de paradores-albergues, enajenándolos una vez que se consideren rentables y convenientes para la iniciativa privada.”
Realmente Tomás Maestre actuó como promotor realizando contratos de obras a diversos profesionales para que construyeran hoteles y complejos turísticos. Una vez finalizados los vendía a futuros gestores o creaba él sociedades para su explotación. El negocio era redondo en la medida en que el coste de tierras e intereses de créditos de que disfrutaba era mínimo mientras que las ventas las hacía a un alto precio acorde con las expectativas de la zona. Los márgenes de beneficios que obtenía eran tan altos que, en pocos años, se convirtió en uno de los hombres más ricos del país.