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de 1916:
Con este título la prensa nacional recoge un relato publicado en Le Petit Journal donde se cuentan las peripecias de un espía en nuestras costas para llevar a cabo los preparativos de apoyo a los primeros submarinos alemanes que lograron penetrar en el Mediterráneo:
“Cuenta el periodista francés, que en la primavera de 1913 llegó á Mazarrón, provincia de Murcia, un vagabundo de aspecto miserable y pobremente vestido, que logró trabajo en los talleres de la Sociedad Metalúrgica.
El nuevo obrero no tardó en dar pruebas de inteligencia en la ejecución de los trabajos que le eran encomendados, y ascendió á contramaestre. Para su uso personal construyó una rápida canoa automóvil, con la cual, durante doce meses, navegó desde Punta Cope a Cabo de Palos, visitando las menores anfractuosidades de la costa, en Cabo Tiñoso y las islas Hormigas.
A principios de Julio de 1914 desapareció aquel hábil obrero. Estalló la guerra, y no se volvió á saber de él, hasta que en los primeros días de Enero de 1915, la estación particular de telegrafía sin hilos de la Sociedad Metalúrgica recibió un radiograma firmado por el oficial alemán Weddigen, expresando la gratitud de éste por la acogida que se le había hecho antes de la guerra en Mazarrón, donde, mientras permaneció allí, pudo estudiar hasta los más insignificantes detalles de la costa, gracias á lo cual se avitualló de cuanto necesitaba y venció las inauditas dificultades que se oponían á su navegación por el Mediterráneo.
El haraposo vagabundo, el humilde obrero, era, sencillamente, un oficial que había venido á España con mucha anticipación para preparar cuidadosamente el avituallamiento, y escoger las mejores bases para los buques de Alemania”.
