de 1906:
Los principales medios de comunicación nacionales compiten entre sí para lograr aportar la mayor información posible sobre lo que empieza a considerarse la peor catástrofe marítima sucedida en aguas españolas. Esto es un extracto de lo publicado en el diario catalán…
“…la horrible realidad ha superado á los más fundados temores, y el número de desgraciados que han hallado su tumba en el abismo del mar llega á quinientos.
Nuestros telegramas relatan las atroces escenas ocurridas en el naufragio, pero lo que no tiene disculpa ni perdón es que el capitán, que ha de ser siempre el último en abandonar el barco, haya salvado su existencia mientras han perecido ahogados los que, bajo su responsabilidad, debía conducir á salvamento. Es de esperar que, ya que no pueda remediarse la catástrofe, se haga justicia.
El paraje en que ha ocurrido el naufragio es conocidísimo de los marinos y está perfectamente marcado en todas las cartas.
El grupo de ‘Las Hormigas’, compuesto de varias islas é islotes, constituye unos bajos cercanos al cabo de Palos. Los escollos más próximos a éste son los llamados de los Pájaros y de la Testa; siguen los bajos del Piles, el Hormigón y la Hormiga Grande; éste es el mayor islote, se extiende más de un cable de SO á NE, con trece metros de elevación y tiene un faro de luz fija y blanca de 10 millas de alcance.
Horrible catástrofe
El vapor Sirio procedía de Barcelona, realizando un viaje costero para recoger emigrantes.
La catástrofe dícese que la originó el deseo del capitán de ahorrar carbón, viajando cerca de la costa y metiéndose en los bajos ‘Las Hormigas’.
El buque se fue a pique por el lado de proa.
Han sido recogidos los cadáveres de dos niños y un niño de pecho vivo, ignorándose la suerte de los padres.
Socorro á los náufragos
La mayoría de los náufragos acampa en la plaza Cabo Palos, siendo socorridos por las autoridades y el vecindario.
Las criaturitas que han quedado huérfanas han sido llevadas á la Casa Cuna.
Relato de los náufragos
Las autoridades que fueron á bordo de remolcadores, llegaron a Cabo Palos á la 1’30 de la madrugada, hallando á los pasajeros salvados casi desnudos y presa de horrible excitación nerviosa.
Refirieron que navegaban con mar tranquila cuando el vapor empezó a hundirse por la proa, dando después bruscos estremecimientos.
A los gritos de espanto, varios pescadores acercáronse con lanchas, á las que subíanse los náufragos, poniéndoles en peligro de zozobrar.
Distinguiéronse en el salvamento el médico de La Unión, don Ponciano Maestre, y el ex alcalde don Jacinto Conesa.
Entre las personas que acudieron, llevando socorros y víveres, figura el ex ministro señor Lacierva.
El señor Conesa repartió todas sus ropas quedándose en pantalones y camisa.
En la isla Hormigas quedaron treinta náufragos, que fueron recogidos esta mañana.
Según el vice-consulado de Italia, el vapor Sirio conducía 695 pasajeros y 127 tripulantes.
Más pormenores
Entre las víctimas figura la tiple Lola Millanés.
Testigo ocular
El capitán del vapor María Luisa refiere que vió cruzar el vapor Sirio, marchando majestuosamente, cuando de pronto un oficial le hizo notar que el Sirio se había parado repentinamente.
Con los gemelos observó que la popa aparecía más baja que la proa, perdiéndose minutos después bajo el nivel de las aguas.
Entonces el capitán del María Luisa varió rumbo con objeto de ir á auxiliar al buque náufrago, oyendo el estallido de la caldera del Sirio.
Pocos instantes después presenció un horrible espectáculo: sobre el mar flotaban montones de cadáveres; llenaban el espacio las voces desgarradoras de las mujeres, y sobrecogían el ánimo escenas como la de una mujer que se mantuvo á flote cerca de una hora, sosteniendo un niño que se le escurrió en el momento de coger el cable para salvarse.
El María Luisa recogió en el primer momento 25 náufragos, que mandó á la isla de las Hormigas, y luego 38 más que llevó á Alicante.
Todavía no se explica cómo encalló el buque en un bajo tan conocida como el de Las Hormigas del que todos los marinos saben la posición fija.
Actos de caridad
El señor arzobispo de Pará se hospeda en casa del veraneante Antonio Zapata; los náufragos que conservan algún dinero han ido á las fondas, otros á casas particulares.
Es completamente inexacto, como al principio se dijo, que en el momento de la catástrofe los pasajeros se mataran unos á otros por salvarse.
El rotativo madrileño presentó, por su parte y bajo el título “La catástrofe de Cartagena”, un detallado recorrido por las noticias que el naufragio del Sirio provocó durante los siguientes días.
“Los trabajos de salvamento
…el patrón y los tripulantes del pailebot Joven Miguel, que, procedente de Valencia, se dirigía á este puerto [Cabo de Palos] al advertir lo que ocurría apresuráronse á acercarse al Sirio, logrando, con exposición de sus vidas, recoger á bordo de su embarcación á muchos de los náufragos.
Vicente Buigues, que así se llama el patrón del Joven Miguel, realizó actos de temerario arrojo y de verdadero heroísmo.
Al recoger á bordo del pailebot á numerosos náufragos, éstos, enloquecidos por el terror, se amontonaron sobre la cubierta, y hubo momentos en que se creyó inevitable el naufragio de la embarcación.
Vicente Buigues, con admirable serenidad y sangre fría, sacó su revólver y logró imponerse á los pasajeros, obligando á trescientos de éstos á bajar á las bodegas, con lo cual el pailebot recobró su estabilidad, desapareciendo el peligro de un nuevo naufragio.
Otros barcos de pesca que se hallaban cerca del Cabo de Palos acudieron también en auxilio de los náufragos, secundando eficazmente á la tripulación del Joven Miguel en los trabajos de salvamento.
En esta humanitaria tarea se distinguieron, además de Vicente Buigues, los patronos José Salas, Manuel Pardo, Pedro Llorca y otros.
A los supervivientes se les alojó en los primeros momentos en el Casino y en las casas de los bañistas próximas á la playa.
Escenas desgarradoras
Los náufragos pasean meditabundos, muchos de ellos sin más ropa que la que les han facilitado los bañistas.
Otros dormitan tendidos sobre el suelo, viéndose reflejada en los semblantes de todos la horrible impresión que recibieron al ocurrir la catástrofe.
A algunos hombres se les ve cubiertos con vestiduras de mujeres. Otros se tapan con mantas y sábanas.”