de 1967:
En un extenso artículo de opinión, Salvador Jiménez, canta las excelencias de la civilización traída a La Manga por oposición a la asilvestrada situación en la que se encontraba el paraje tan sólo unos años antes…
“La delgadísima rayita que apenas si en los mapas sirve para separar las aguas del Mediterráneo de las del Mar Menor presenta reconocible y fresca huella de la mano del hombre, que ha transformado lo que fue abandonada e intransitable duna en algo que con cierta arrogancia adolescente se llama la Miami de España.
Los 25 kilómetros que hasta hace unos años no eran sino arenas salvajes y dunas para la emoción de la chiquillería de los contornos ahora han quedado fijados por las plantaciones, puestas en orden, con una geometría rigurosa que se asiste del agua, que lleva el teléfono en el intestino y el confort a sus espaldas.
La diversidad de tipos de edificación está entonada, bien distribuida y mejor engalanada con la profusión de palmeras recién nacidas… …se ha lanzado la idea de construir un palacio de Congresos… …aquí la vida está en primer plano, bullente, alegre, joven y llena de ilusiones.”