Comienza un nuevo año, un año de grandes retos para todos y un momento muy adecuado para echar volar la imaginación, planificando nuevos proyectos. Y en ese “echar a volar la imaginación”, me vuelve a la mente una y otra vez, de forma más que recurrente, una idea.
Desde que me establecí hace año y medio en Cabo de Palos para continuar con mi trabajo como agencia de marketing digital, empecé a darme cuenta de la situación de privilegio que tenía al gestionar mi negocio desde esta zona. Una opinión que se vio refrendada por colegas de otras empresas que a lo largo de este tiempo, han tenido la gentileza de visitarme y comprobar mis “condiciones de trabajo”.
También, asistiendo a las dos ediciones del congreso SEOnthebeach, organizado por el polifacético Sico de Andrés, tuve la oportunidad de tomar el pulso a muchos profesionales del sector en cuanto al atractivo del entorno.
Por otra parte, en las interacciones con otros empresarios de la zona, muchas de ellas en los añorados desayunos de la plataforma vivirenlamanga.es, se palpaba una vieja inquietud que se resumía en una sola palabra: desestacionalización.
Por razones que no vienen al caso, la desestacionalización como objetivo, parece que está vinculada al negocio turístico, un negocio que, en esta zona se ha visto penalizado por un urbanismo catastrófico y un excesivo abandono por parte de los poderes públicos.
Aunque, indudablemente, el turismo es uno de los factores clave de la recuperación económica, no deja de ser un sector sujeto a factores, muchos de ellos poco controlables. La situación en el norte de África ha contribuido al incremento de las visitas de extranjeros pero, países como Túnez están volviendo a normalizar su situación interna y tratarán de recuperar el tiempo perdido, convirtiéndose de nuevo, en feroces competidores.
Así, con estas disquisiciones en mi mente, eché la vista al otro lado del Atlántico y un poco más allá, a California, donde se asienta Silicon Valley, buque insignia del desarrollo tecnológico de las dos últimas décadas, e imaginaba un desarrollo similar en La Manga y su entorno. ¿Por qué no?
De esta manera, imaginaba muchas microempresas de base tecnológica estableciéndose en la zona, atrayendo talento de dentro y fuera de España, y construyendo un tejido económico estable en el tiempo y creando riqueza en el entorno.
Silicon Valley ofrece un clima casi idéntico al que disfrutamos aquí, como se extrae de una página web que habla de ello: “No nos cansaremos de decirlo: el clima subtropical, cálido y soleado que encontramos en Silicon Valley es un gran atractivo para la gente que desea mejorar su calidad de vida. Muchos dicen que el clima es “mediterráneo”, lo que implica mucho sol, escasas precipitaciones y un ambiente favorable para las plantas como las palmeras, cítricos y otras especies amantes de los climas cálidos”. Les suena, ¿no?
Pero el clima no lo es todo. También es importante contar con instituciones generadoras de talento… y aquí las tenemos. En nuestro entorno disponemos de centros universitarios de buen nivel, como la UPCT, la UMU y la UCAM, así como buen número de escuelas de Formación Profesional, todos ellos con suficiente experiencia para ofrecer el talento de base que requiere un proyecto de estas características, a lo que se sumaría la capacidad para atraer el talento de más allá de nuestra región o de nuestro país.
Las infraestructuras de comunicaciones son suficientes, aunque francamente mejorables. Existen buenas comunicaciones por carretera, por avión y por tren, que se verán mejoradas en breve por la apertura del nuevo aeropuerto y por la llegada del AVE.
También existe un parque de viviendas adecuado y de calidad heterogénea, ya que la mayoría de ellas permanecen vacías casi todo el año, muchas de ellas en régimen de alquiler y estoy seguro de que sus propietarios estarían gustosos de tener ocupadas todo el año. También existe una infraestructura hotelera que estaría deseosa de prolongar su temporada más allá de la época estival, aunque ello supusiera algunos cambios en su oferta.
La oferta de ocio existente mejoraría sus expectativas y se crearían otras nuevas. Desde ya se disponen de gran número de deportes náuticos, entornos adecuados para actividades al aire libre y una extensa oferta de hostelería.
También hay asignaturas pendientes. Una de ellas son las telecomunicaciones, ya que la oferta actual es de bajo nivel, aunque no supondría grandes inversiones el adecuarla a las necesidades del proyecto a la vista de los beneficios.
Otra sería la escasa infraestructura de negocios, ya que no existe ni un solo edificio de oficinas en la zona, por lo que se tendrían que utilizar locales comerciales hasta que dichas infraestructuras fueran viables. Esto penaliza el proyecto por los elevados precios de estos locales.
Pero, ¿qué hace falta para poner todo esto en marcha? Pues, principalmente creatividad e ilusión. Los poderes públicos son poco conscientes de los beneficios de estas iniciativas. Recordemos que un proyecto puntero como fue la Ciudad de los Contenidos Digitales, Contentpolis, proyectada en el Polígono de Los Camachos, fue condenado a las primeras de cambio en cuanto la crisis asomó, hurtando una de las fuentes de empleo y desarrollo tecnológico más punteros en nuestro país.
Y la creatividad debe llevarnos a la comunicación, a “vender” las virtudes de nuestro entorno para atraer a un pequeño grupo de emprendedores que sirva de semilla al posterior desarrollo para crear el Silicon Valley del Mediterráneo. Y creatividad, en este entorno privilegiado, creo que nos sobra.
Por supuesto, la ilusión (no hay proyecto que triunfe sin una buena dosis de ilusión), algo que nos debe unir a todos los que queremos que este enclave sea cada día mejor.
Jorge Bañón.