EL BOTELLÓN DE NUEVO
EL BOTELLÓN DE NUEVO
Insistir en esto otra vez a estas alturas de este incipiente verano no creo que sea normal, ni siquiera prudente, pero si no lo digo reviento. Por eso les pido de antemano que me perdonen los que consideren que lo que les cuento sea un exceso.
El botellón no es más que volver de forma compulsiva a los orígenes de nuestra sociedad, esa que el tiempo y la experiencia dejó atrás. Convendrán conmigo en que beber en grupos hasta caerse, tirar basura y hablar a gritos en la cara, no creo que sea digno de contar como un logro para una sociedad que se presume civilizada, mas bien parecen los gestos de alguna tribu primitiva sin respeto a la ley ni a las formas. Estas al menos, debieran constituir la máxima prioridad para los siempre escasos medios policiales.
Permítanme que dude de si este fenómeno de masas tiene algún interés económico que supere a los daños que produce, principalmente a una zona turística o que pretende serlo. La “ventaja” de poder volver a casa “Sola y borracha—borracho” no creo que sea suficiente.
Estas aglomeraciones de jóvenes bebiendo en la calle, ocupando las zonas publicas, las playas, y dejando la basura sin ningún pudor por donde otros admiran el paisaje y pagan gustosos los impuestos para mantenerlo, está creando un malestar que perjudica claramente el interés del viajero por venir a visitarnos y pasar unos días con nosotros. Si el turismo es poder contar a un tercero la experiencia de un viaje con una sonrisa, vamos mal.
El ruido que genera esta actividad social y a las horas en las que esta se produce selecciona al visitante y nos quedamos con lo peor. De poco han servido las diversas sentencias que condenan al ayuntamiento al pago de importantes sanciones a los afectados. Nunca se puede devolver a un vecino ni su salud ni los años perdidos. Tampoco las pagan los responsables, lo hacen siempre con nuestro dinero, así que tan contentos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) describe al ruido como la primera molestia ambiental en los países industrializados, y la contaminación acústica que produce el ruido es considerada causa de graves enfermedades tanto físicas como síquicas.
El ocio nocturno ha pasado de los locales autorizados a la calle, con el descontrol que supone la desobediencia de todas las normas municipales. El consentimiento de las administraciones de este echo solo se explica por la dejadez, por desconocimiento o imposibilidad técnica y económica para evitarlo. Y solo plantea que las prioridades de las administraciones en ocasiones no coinciden con los intereses de los vecinos y el turismo que aún nos visita y que paga los impuestos y que por tanto merece un respeto por ahora ausente. Confío que en adelante busquen el voto entre los participes de los botellones y no entre los sufridos vecinos, hartos ya de pagar unos servicios que no reciben.
Este turismo también se lleva la mala imagen de una zona sucia y ruidosa, donde encontrarse a un joven tirado en su propio vomito, con la cara en la acera y un coma etílico, junto a un contenedor de basura sea también un recuerdo del viaje. No creo que nadie quiera eso para el próximo sitio al que ir de vacaciones, aunque todo es posible… “yo he visto cosas que ustedes no creerían”
En esto y para cerrar esta modesta queja municipal recuerdo la frase de la película Apocalypse Now de Francis Ford Coppola. “Me gusta el olor del vomito por la mañana” y si no era así, seguro que se le parecía.
Diego de Haro
TOTALMENTE DE ACUERDO CON ESTE4 COMENTARIO, SUPERCARGADO DE RAZON, Y QUE ESPERO QUE LOS AYUNTAMIENTOS QUE LES CORRESPONDAN TOMEN MUY BUENA NOTA, NO AL BOTELLON.
SANCIONES DIRECTAS A LOS QUE INCUMPLAN EL DESCANSO DE LOS CIUDADANOS, QUE BIEN NO LO TENEMOS GANADO. SINO PAGAN LOS HIJOS QUE PAGUEN LOS PADRES.